jueves, 23 de octubre de 2014

La aparición de un nuevo paradigma: el texto digital.

José María Lucía Mejidas, difusor de las Humanidades digitales, escribe Elogio de un texto digital: las claves para interpretar el nuevo paradigma, en 2012. En él desarrolla efectivamente un paradigma en el que el texto digital viene a reemplazar toda existencia de libro propiamente físico, con todos los beneficios, y contras, que el hecho mismo deja a la humanidad.
Como Javier Celaya señala, el libro “es un perfecto quitamiedos para cualquier persona que quiera entender las implicaciones del impacto en Internet en el mundo del libro”. Así,  Jose Mª L. Mejidas nos presenta toda una cantidad de puertas que se abren en bucle: creación del texto digital pensado para ser visualizado en la pantalla de un ordenador, tableta o Smartphone; la posibilidad de crear dicho texto a base de hipertextos, lo que puede ampliar, a su vez, el conocimiento del lector, la creación de nuevos géneros literarios, de nuevos modelos textuales y de nuevas formas de difusión.
Tras esto, el autor nos expone la posibilidad de reemplazar paulatinamente el concepto de bibliotecas digitales por lo que él llama “las plataformas de conocimiento”. “¿Qué es esto?” se preguntará el lector, pues a diferencia de lo que conocemos ahora, las llamadas Bibliotecas digitales en las que encontramos una gran variedad de archivos digitalizados o escaneados, lo que encontramos será una serie de hipertextos, lo cual conlleva que la información está constantemente interrelacionada. Por otro lado, en lugar de la actual estructura por materiales, tendremos dicha estructura más una relación de contenidos. Otra ventaja, según José Mª L. Mejidas, es que pasaremos de los documentos digitales estáticos a los dinámicos, es decir, textos que el usuario podrá modificar. Otros beneficios para el usuario son una visualización más dinámica, la creación de un área de trabajo personal y una biblioteca digital personalizada.
Respecto a lo que nos expone el autor de Elogio de un texto digital cabe decir varias cosas: en primer lugar, el hecho de sustituir el libro fisico por textos digitales es impensable para cualquier amante de la literatura que le guste "saborear" y "olfatear" la esencia de cada página que lee. Es cierto que la aparición del texto digital y la posibilidad de la hipertextualidad abre un sinfín de beneficios al lector y a la industría editorial, pero estos beneficios se ven contrarestados por ciertos factores como la revolución que dicha sustitución causaría en dicha industría y, la ya nombrada, carencia de "tocar" y "sentir" el texto. En cuanto a la creación de plataformas de conocimiento y los pros que nos presenta, también debemos tener en cuenta varios items - o contras-: el hecho de sumar una estructura de materiales a la relación sistemática de estos, aunque aparentemente resulta algo práctico y didáctico, puede llevar al lector o académico a cierta comodidad cognitiva e intelectual puesto que ya no necesitaría leer textos y ser él mismo quien establezca las relaciones entre ellos; por último, respecto a la posibilidad de crear documentos digitales y visualizaciones dinámicas así como un espacio de trabajo y biblioteca personal solo lanzaremos una pregunta "¿Esto no es posible en la actualidad gracias a ciertos programas de software?".
Concluiremos diciendo que, como ya venimos justificando a lo largo de esta reseña, son muchos los que no ven con buenos ojos una total suplantación del libro fisico por el texto digital aunque sí una convivencia de ambos. Dicho lo dicho, es cierto que, como apunta José Mª L. Mejidas al principio del libro, hubo un gran escepticismo cuando el "rollo" empezaba a ser suplantado por el códice al igual que cuando este empezó a suplantarse por el libro físico, así que es lógica y humana la reticencia de que el texto digital acabe sustituyendo al libro, pero como dijo en su dia muy ciertamente Franklin Benjamin "las puertas de la sabiduría nunca deben estar cerradas".

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